No la visitas
muy seguido, al menos no tanto como quisieras, y es que por alguna razón
estúpida te sigues preocupando por ella como si fuera la primera vez que la
observas, “¿para qué?... Te juro que no hay necesidad”, te diría ella... La indómita
y magnífica nopalera que orgullosa se yergue por encima de aquel ruinoso
edificio colonial.
Quiero
suponer lector que no preguntarás por la ubicación específica –adelantemos que
está en el oriente del Centro Histórico- de este cuadro por dos poderosas
razones: la primera es que espero sea esto un aliciente para que levantes la
vista y lo descubras por ti mismo, y la segunda razón es porque considero obvia
la respuesta ¿Dónde está? En todos lados. No únicamente de esta ciudad
sobrepuesta sino alrededor de toda nuestra vida como especie.