domingo, 1 de febrero de 2015

Frente a solitaria tumba

A nuestro recuerdo.

Cuál si no este debiera ser nuestro objetivo:
dejar al partir una nutrida horda de plañideras
que ya por gozo, tedio o dinero inmundo,
nos traigan flores o sonrisas halagüeñas.

Y es que aquí, en nuestra última morada
el amor se mide en flores, dulces y rehiletes cuidadosamente distribuidos,
el olvido, por el contrario, es polvo y es basura; hojas muertas
agitadas de cuando en cuando por el otoñal viento,
usadas por el ave que transmuta el despojo en un hogar,
o hechas quizás a un lado por el distraído transeúnte,
el perdido y deseado invitado de hoy a un siglo, tal vez dos.

¿Así premiamos a nuestros grandes nombres?
¿Con calles, libros y homenajes pero sin una mísera flor en una tumba?
¿Qué nos depara la posteridad a quienes inferiores aspiraciones y capacidades tenemos?

***
Panteón Civil de Xoco.