De entrada, quien
lea esta reseña se estará preguntando si vale la pena gastar unos cuantos
morlacos (bueno, al tanteo unos $200) en ir a ver Cinco de mayo: La batalla (Rafael Lara, 2013), pues bien, la
respuesta es sí. Es la segunda cinta más costosa en la historia del cine
mexicano con 85 millones de pesos, detrás de Cristiada (2012) y representa una excelente oportunidad para borrar
muchos de los estereotipos que el público tiene respecto al cine producido en México.
A continuación ahondaré en algunos aspectos, tanto positivos como negativos, que me llamaron la atención después de verla.
A continuación ahondaré en algunos aspectos, tanto positivos como negativos, que me llamaron la atención después de verla.
Tomada de Cinepremiere.com
La trama... Y la historia de la batalla de Puebla
La batalla de
Puebla, como cualquier otra gesta histórica, es un acontecimiento complejo de
estudiar y en un artículo sería imposible ahondarla cuando existen
historiadores que le dedican toda una vida de trabajo investigativo, ahora,
¿qué significa el 5 de mayo? Atreviéndome a resumir la importancia del
acontecimiento, diría que representa un golpe letal que las repúblicas del
continente americano atestaron al expansionismo de líderes europeos como Napoleón
III, muestra que ciertamente finalizó con el fusilamiento de Maximiliano,
Miramón y Mejía pero que comenzó con la pericia militar y el conocimiento que
Zaragoza y sus subalternos demostraron ante un oponente que llevaba cinco años
sin conocer la derrota y ante el que los mexicanos se sentían derrotados de
antemano (de ahí que el anterior jefe del ejército de oriente, José López
Uraga, renunciara a su cargo para ser substituido por Zaragoza).
Luego
de los créditos iniciales, la película abre con una cita de Víctor Hugo (1802-1885),
quien durante 1862 se opuso a la Expedición Mexicana (como se le conoce en el
país galo a la Intervención Francesa) y escribió: “¡Mexicanos!
Tenéis la razón y yo estoy con vosotros. Podéis contar con mi apoyo. Y habéis
de saber que no es Francia quien os hace la guerra, es el Imperio.”
La primera
escena presenta a los intelectuales mexicanos José Manuel Hidalgo y
Esnaurrízar, José María Gutiérrez de Estada y Juan Nepomuceno Almonte entrevistándose
con Napoleón III en Francia, lo cual me pareció un acierto en el armado de los
diálogos, la caracterización de cada personaje y el contexto trasnmitido, pero
no se reflejó el esfuerzo que el gobierno de Juárez llevaba a cabo con
ministros como Matías Romero en Europa o en Estados Unidos, esfuerzos que
granjearon las opiniones favorables a la causa mexicana de hombres como Víctor
Hugo, Karl Marx y Abraham Lincoln, por mencionar algunos ejemplos... Bueno, a
Lincoln sí lo mencionan al final de la cinta, dado que controlar la expansión
norteamericana en el marco de la guerra de secesión fue uno de los tantos
motivos que impulsaron al Segundo Imperio.
Y
ese es el principal defecto que le hallé a la cinta, el no ahondar mucho en los
aspectos secundarios y sin embargo decisivos para la batalla, cierto, el mismo
título de Cinco de mayo indica que se
manejará un espacio y un tiempo delimitados a tan solo algunos meses y días
anteriores a la contienda militar, pero no se ahonda demasiado en aspectos
relativos a la vida cotidiana de los franceses, los zuavos y muchos otros
extranjeros que lucharon, resistieron, se amoldaron u optaron por la causa
contraria; si bien, y eso me gustó muchísimo, la historia de amor entre Citlali
(Liz Gallardo) y Juan Osorno (Christian Vázquez) se desarrolla de una manera
espléndida durante la película, utilizando el lenguaje de la época, la visión
idílica de la china poblana tan reverenciada por los poetas costumbristas decimonónicos
(destacan por supuesto los versos de Guillermo Prieto), y sin exagerar ningún
papel, algunos detalles relacionados con la batalla, como son las tropas de
voluntarios zacapoaxtlas, los médicos residentes que asistieron a los heridos
(entre ellos Juan Antonio Mateos, autor de El
sol de mayo, 1868), las soldaderas, el estado paupérrimo de la tropa, la
leva, las enfermedades, en fin, muchos otros factores que pudieron haberse
explotado un poco más para relajar un tanto la concentración y dependencia que
finalmente se tuvieron de las escenas de batalla.
Constantino Escalante y Hesiquio Urarte,
Una escena del asalto al cerro de Guadalupe el 5 de mayo de 1862
Tal
vez utilizando novelas de autores como Mateos, Salado Álvarez, Prieto o
Altamirano, junto a un estudio escrupuloso de lo que diarios o semanarios
jocoserios como La Chinaca, El Monarca, o El Boquiflojo decían respecto al avance del invasor (cabe recordar
que era la prensa de caricaturas la que en su mayoría se leía entre las clases
populares y el ejército mexicano, se hubieran capturado algunos episodios que
pudiesen complementar la narrativa de la película, pues las escenas de combate
ocupan un gran espacio y la cámara subjetiva (también conocida como “cámara
borracha”) muchas veces llega a ser
tediosa y repetitiva.
Me
refiero a las constantes: “Cañón uno: ¡Fuego!, cañón dos: ¡Fuego! |...|
Retirada |...| Listos... ¡Ataquen!”, tomas repetidas una y otra, y otra, y otra
vez.... Y otra vez.
Debo confesar
que lo primero que revisé luego de saber que se estrenaría una cinta
conmemorativa de la batalla de Puebla fue el reparto. Y aunque tenía mis
reservas, en general me llevé un buen sabor de boca con el casting, y la
interpretación de todos los personajes históricos.
Alguien que guste de la historia sabrá que la interpretación es buena cuando escuche, como yo lo hice, cuchicheos o frases de admiración entre la audiencia en determinados momentos de la cinta, como cuando se entrevista Manuel Doblado con los ministros extranjeros en la Hacienda de La Soledad o cuando Almonte le presenta a Leonardo Márquez ante el Conde de Llorencez.
Tomada de El Economista
Ignacio
Zaragoza es interpretado por Kuno Becker, quien, al contrario de lo que yo
creía, logró sacar al personaje del billete de a $500 y lo dotó de la
sensibilidad propia de quien perdió a su esposa justo en los días previos a la
batalla (la dirección y la fotografía complementaron el trabajo del actor, sin
duda alguna); William Miller, José Carlos Montes y Álvaro García interpretan
magistralmente a Charles Ferdinand Latrille, al teniente Fauvet y al Ministro
francés, Dubois de Saligny, respectivamente; tal vez le faltó imprimirle un
poco de mayor orgullo a Juan Nepomuceno Almonte pero igual me agradó el trabajo
del actor Mario Zaragoza... En lo general estuvo bien realizado cada personaje
pero destaco tres casos que me llamaron la atención:
-El
caso de Porfirio Díaz, quien es interpretado por Pascasio López. Creo que se
pudo mostrar un poco la faceta de estratega y excelente militar que fue Díaz,
no por nada llegó a la presidencia tratado como héroe, y finalmente el grueso
de la audiencia lo tiene completamente anatemizado.
-Leonardo
Márquez, interpretado por Daniel Martínez. No es que lo hiciera mal,
ciertamente le pone su toque de ojete que fue Márquez en la vida real. No por nada
de él se dijo en su momento:
“Su fisionomía es repugnante, su mirada
inquieta y escrutadora |...| Egoísta, avaro y vengativo, es al mismo tiempo
enérgico, resuelto y valiente hasta la temeridad. Militar por vocación, con más
práctica que ciencia |...| Irascible y chancero, grosero o afable, según le
inspire su temperamento o su carácter, se le teme o se le aborrece, pero nunca
se le ha amado,” (Manuel Ramírez de Arellano).
Para su deleite: Leonardo Márquez
Tomada de Bicentenario.com.mx
El
personaje da mucho más material para pintarlo como realmente fue, dado que,
pongámoslo así: hay autores que en su momento, y en la actualidad, defienden a
hombres como Hernán Cortés, Santa Anna o Victoriano Huerta... pero, y lo digo
con toda confianza, no creo que exista alguien que defienda a Leonardo Márquez,
tal vez se le reconozca su habilidad militar, pero el tipo era un carnicero y
en ese aspecto, la película queda a deber para quien conoce al personaje... Es
decir, casi nadie ¬¬.
¡Pero
la que sin duda fue una actuación PATÉTICA, CUADRADA, VACÍA, hecha de cartón y
más parecida a los filmes de Jesucristo en Semana Santa, fue la interpretación
que Noé Hernández hizo de Benito Juárez! Me pregunto cuándo llegará el día en
el que veamos en la pantalla grande al verdadero SER HUMANO que fue Juárez,
alguien a quien se le trababa la lengua, tosía, caminaba chueco, pestañeaba...
De verdad que es la peor de las actuaciones del filme, me hubiera gustado ver a
Silverio Palacios en el papel de Juárez, creo que lo hubiera hecho muy bien,
porque de plano en Cinco de mayo bien podrían haber reemplazado al actor por un
billete de a $20 parlante.
(Lo siento, no pude resistirme a este gif)
Dicho popular No. 5679: “El cine mexicano no es un
género”
Es también
Rafael Lara (director con ya siete largometrajes en su haber) quien,
entrevistado por el portal Café con cine,
ha señalado que el principal impedimento que tiene el cine mexicano para llega
a ser una industria consolidada y próspera es la “unión” y la “visión a corto
plazo” en cuanto al manejo de recursos dentro de las casas productoras, la
corrupción y los malos manejos al interior del ambiente cinematográfico de
nuestro país
Coincido
en ese aspecto, pero creo que la desunión se muestra también de parte del
público mexicano, es cierto, hasta apenas hace una década la mayoría de las
producciones fueron una basura que desafortunadamente conocemos por aquellas
visitas a la casa de los abuelos en las que antes, durante y después de una
aburrida cena nos teníamos que chutar las películas de ficheras con Luis de
Alva, Lorena Herrera e inclusive alguno que otro funcionario público (guiño,
guiño para los ediles de Tultitlán); pero, por mencionar algunos de los más
populares y taquilleros, los trabajos de Cuarón, Del Toro o González
demostraron en sus inicios como productores, escritores y directores, que se
pueden hacer grandes proyectos en el país. Y digo en sus inicios dado que
ninguno de los tres continúa viviendo o produciendo en grueso de sus filmes en
México, por distintos motivos relacionados con la falta de apoyo y la
inseguridad, por citar el caso de Guillermo Del Toro.
De
manera que se han visto recientes y buenos filmes de época basados en populares
obras literarias y cuyos presupuestos fueron de cierta forma retribuidos en las
taquillas nacionales: Arráncame la vida
(Roberto Sneider, 2008) basada en la obra homónima de la escritora Ángeles
Mastretta y cuyo presupuesto fue de 82 millones de pesos; El Atentado (Jorge Fons, 2010) que aunque a mí me dejó mucho que
desear y es, pese a la colaboración de Vicente Leñero en el guión, una de las
películas con los diálogos más vacíos y maniqueos que he visto en el cine mexicano;
o Cristiada (Dean Wright, 2012) película
basada en las obras del excelente historiador francés Jean Meyer, cuyo
presupuesto fue de 110 millones de pesos, y que fue pensada para abarcar un
público internacional, de ahí que en su reparto figurasen actores como Andy
García o Peter O’Toole, con tomas al estilo western
y hablada completamente en inglés...o spanglish, (produciendo un efecto incluso
cómico al escuchar repetidamente la combinación de palabras en inglés y
modismos mexicanos en las voces de Rubén Blades u Oscar Isaac, por citar
algunos.
Quizás,
y esto es conjetura mía, se decidió producir Cristiada en inglés anticipando
que el público mexicano respondería de manera más favorable que sabiendo de
antemano que la producción era nacional, de hecho aún ahora mucha gente piensa
que fue producida en los Estados Unidos.
Tomada de Imperiocine.com
En
resumen, creo que lo que hace falta es que las casas productoras confíen en los
nuevos talentos, que los gobiernos estatales apoyen a los filmes sin anunciar
demasiado como en el caso de El Atentado
y Cinco de mayo (y sin tener
demasiado que anunciar, bastar dar una breve revisada a las estupideces que
Moreno Valle está haciendo con el patrimonio histórico de Puebla: instalar un teleférico en pleno Centro Histórico o techar los fuertes de Loreto y Guadalupe), que se trata de un
comercialote a sus administraciones, que los realizadores se deshagan de
aquellos longevos clichés atribuidos
al cine mexicano, y finalmente que el público mexicano confíe en el cine
producido en su país, ¿cómo? Yendo a las salas de cine, rentando y comprando
los productos originales, evitando en la medida de lo posible (dado que mucha
gente no tiene otra opción) al puestito de la esquina.
Tomada de Wikipedia.org
Para
quien guste ahondar un poco en lo que concierne a la batalla de Puebla, le dejo
un link al libro de Raúl González Lezama titulado Cinco de mayo: Las razones de la victoria; de igual forma, quien se
interese en los retos que significa producir en México, hago el comercialote
cual gobernador poblano, y les comparto la liga al No. 56 de Km. Cero en donde se abordan todos
estos temas dentro del Centro Histórico, lugar que por cierto concentra al 60%
de las filmaciones realizadas en el DF.
¡Felices trazos!
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