domingo, 13 de octubre de 2013

A la caza de Venus: La comisión astronómica mexicana de 1874

El tránsito de Venus por el disco solar es un fenómeno astronómico poco frecuente, sus intervalos son de 100 a 8 y de 8 a 122 años. Los últimos avistamientos del planeta vecino han ocurrido en las siguientes fechas: 6 de junio de 1761, 3 de junio de 1769, 9 de diciembre de 1874 y 6 de diciembre de 1882, 8 de junio de 2004 y 6 de junio de 2012. Siendo la próxima cita el 11 de diciembre de 2117 y el 8 de diciembre de 2175.
Si tuviéramos que decidir cuáles de estos avistamientos han sido los más importantes, sin duda alguna optaríamos por los ocurridos en el siglo XIX. A pesar de que Copérnico, Horrocks y Halley habían ya establecido la importancia que tenía el evento para calcular las distancias entre el sol, Venus y nuestro planeta, la astronomía estaba muy lejos de comprobar las teorías que durante el Renacimiento y la Ilustración se habían planteado. Además, el mapa geopolítico esbozaba ya a las superpotencias que sabemos dominaron al resto del mundo en los años sucesivos; de ahí que la oportunidad de probar la superioridad científica –y todo lo que esta conllevaba- fuese el verdadero objetivo de estadounidenses, rusos, franceses, alemanes e ingleses. Nadie imaginaba que un país como México, asediado por guerras intestinas e intervenciones extranjeras, se llevaría el triunfo.


Secuencia fotográfica del tránsito de Venus, captada por Agustín Barroso
Fuente: Moreno, Marco A., "Viaje de la comisión..."

Un viaje accidentado

En abril de 1874, Francisco Díaz Covarrubias (1833-1889) expuso los beneficios que la ciencia mexicana obtendría por documentar el paso de Venus, pero fue hasta el 8 septiembre que su proyecto fue aprobado por el entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada. El equipo a enviarse fue integrado de la siguiente forma: Díaz Covarrubias, presidente; Francisco Jiménez (director del Observatorio Central), segundo astrónomo; Manuel Fernández Leal, calculista; Agustín Barroso, fotógrafo, y Francisco Bulnes (profesor de historia en la Escuela Nacional Preparatoria), cronista.
Un dato revelador es que tanto la expedición británica como la norteamericana, habían salido de sus países en junio. De hecho, el congreso de los Estados Unidos tenía entonces tres años de haber autorizado el presupuesto para sus científicos. Así, mientras la comisión mexicana nacía en el papel, británicos y estadounidenses estaban ya instalados en Hawái y Nueva Zelanda. Es más, México era de los únicos países con una sola comisión, establecida en Yokohama, Japón. Las demás se distribuyeron de la siguiente forma: Rusia en Siberia y China; Estados Unidos en Pekín, Nagasaki y Nueva Zelanda; Francia en Pekín, Kobé, Egipto, Islas San Pablo, Numea y Mascata; Inglaterra en Alejandría, Isla Kerguelen, Nueva Zelanda, Islas Sandwich, Hawái y Australia; por último Alemania en China, Isla Kerguelen y Nueva Zelanda.
Contrasta que por los cinco mexicanos, hubo 26 norteamericanos entre astrónomos, ingenieros y fotógrafos que partieron en el U.S.S. Swatara. La victoria mexicana también dejó entrever el lugar que instituciones educativas nacionales como el Colegio de Minería, donde estudió Díaz Covarrubias, o la Escuela Nacional de Ingenieros, alma máter de Bulnes, guardaban en relación con prestigiadas universidades como Harvard, Oxford o La Sorbona.

U.S.S. Swatara
Fuente: Transitofvenus.org

Instituciones como el Ministerio de Fomento, la Escuela de Minería, el Colegio Militar, y los mismos integrantes de la comisión proporcionaron los instrumentos requeridos para el viaje. El gobierno autorizó un presupuesto de 30 mil pesos, exorbitante cifra en aquel entonces, por lo que opiniones a favor y en contra no tardaron en surgir; periódicos de corte liberal como El Monitor Republicano, El Sligo Diez y Nueve y El Eco de Ambos Mundos deseaban un “buen viaje” a “todas y cada una de las ilustradas personas” que formaban la comisión; por otro lado, medios como La Idea Católica decían:

No tiene más objeto que satisfacer la vanidad del gobierno |...| ¿Qué bien puede resultar á la nación de las observaciones que hagan los comisionados? Por grandes que sean los conocimientos de estos, como lo suponemos, nunca creemos que se supongan superiores á los que poseen los grandes astrónomos de la Europa |...| ¿A qué fin erogar un gasto tan inútil como ilegal (La Idea Católica, 27 de septiembre de 1874).

El 18 de septiembre, los miembros de la comisión tomaron el tren rumbo a Veracruz pero tuvieron que hacer escala en Córdoba dado que el vómito negro atacaba al puerto, además de que La Caravelle, embarcación en la que viajarían, había perdido una hélice. Fue hasta el día 24 que tomaron rumbo a La Habana, a donde llegaron en cuatro días y en donde perdieron tres más. Después, una cuarentena los detuvo en la ciudad de Delaware, Estados Unidos, país que cruzaron de este a oeste por Chicago, Omaha, la Sierra Nevada, Sacramento y finalmente San Francisco, donde permanecieron cinco días, zarpando el 19 de octubre en el vapor inglés Vasco de Gama.

Comisión Astronómica Mexicana. Arriba: Francisco Jiménez, Francisco Díaz Covarrubias y Francisco Bulnes; sentados: Agustín Barroso y Manuel Fernández Leal.
Fuente: Moreno, Marco A., "Viaje de la comisión..."

Durante esta odisea, Francisco Bulnes, poseedor de una cultura avasalladora pese a su juventud (27 años), aprovechó cualquier instante para visitar fugazmente cada una de las ciudades por las que pasó, describiendo el carácter de los habitantes, la cultura del lugar, la arquitectura y traza urbana, los pros y los contras de las sociedades finiseculares, y un sinfín de aspectos que dieron origen a Sobre el hemisferio norte once mil leguas; texto cuya lectura parece un tanto hilarante a 100 años de distancia, quizás premonitoria, un ejemplo es la descripción que hace de Chicago, ya que pareciera haber sido escrita durante la época de la prohibición del alcohol en EU, a inicios de siglo XX:

Chicago no solamente es el lugar donde la especulación es más fuerte, más extensa, más atrevida, sino también el punto de reunión de los desgraciados de los miserables, de los caballeros de industria |...| De noche una gran cantidad de cafés cantantes se abre a la multitud fatigada. Una falange de ninfas medio desnudas y que tienen bastante derecho para dejar ver sus formas, vienen familiarmente a sentarse al lado y aún sobre las rodillas de los consumidores |...| Estos lugares de diversión llevan el título de Pretty girls saloons.

Al otro lado del mundo

La mañana del 8 de noviembre la comisión desembarcó en Yokohama, un mes antes del día D (por así decirlo): 9 de diciembre. En el inter, se contrató a un carpintero chino para que construyera los observatorios y se contactó con el Mikado a través del Primer Ministro japonés, Terashima Murenori, con quien se entrevistaron en Tokio presentados por el embajador estadounidense en Japón. En dicho encuentro, se otorgaron todas las facilidades a la comisión: autorización para ocupar cualquier terreno en Yokohama tanto para la observación como para hospedaje, sin importar que estuviese ocupado; se les dotó de una línea telegráfica exclusiva para su observatorio; fueron enviados practicantes del observatorio de Tokio como ayudantes; se ordenó que la bandera mexicana ondease en cada observatorio; y finalmente les fue asignada una guardia, para prevenir que no sufrieran ningún robo y para alejar a los curiosos.

Terashima Murenori
Fuente: Wikipedia.org

Esa entrevista, liderada por Murenori y Díaz Covarrubias en perfecto inglés, fue el origen de las relaciones diplomáticas entre Japón y México. El único antecedente era la comisión del samurái Hasekura Tsunenaga, quien había viajado en 1613 con destino a la península ibérica y hecho escala en la Nueva España. Un aspecto cómico de la entrevista de 1874 es que, terminada la parte formal, Murenori convidó a sus invitados con un té, del cual Bulnes anotó:

Terashima saboreó el té con delicia, el ministro americano con diplomacia y nosotros hicimos un pequeño gesto de desagrado, imperceptible |...| Mientras que el Sr. Díaz hablaba de los pesos mexicanos con Terashima, [el ministro americano] se inclinó hacia mí y dijo: Este té es el que toma el emperador: el comercio no ha logrado exportar ni una hoja, y se considera este obsequio como una de las más grandes atenciones |...| Yo me formé una detestable opinión del paladar del Mikado, cerré los ojos, empuñé la taza, y con el valor de Alejandro el Grande ante su médico, bebí hasta el precipitado que se hallaba en el fondo.

Llegado el día crucial, la suerte estuvo con los mexicanos. Una densa niebla había cubierto Kobé y Nagasaki, imposibilitando el trabajo de estadounidenses y franceses. Así que, con el campo libre de competencia, Díaz Covarrubias y su equipo (dividido en dos puntos de la ciudad) tuvieron la mejor oportunidad, así como la atención del ministerio de educación pública japonés, las autoridades de la ciudad, el embajador de España, los jefes de marina japoneses, y por supuesto la prensa internacional.

Observatorio de la comisión inglesa en Hawái
Fuente: Transitofvenus.org

No es este un artículo enfocado al aspecto científico de la observación mexicana, los resultados pueden consultarse en el artículo de Marco Moreno citado al final de estas líneas, pero cabe destacar que durante el evento, Francisco Díaz Covarrubias creó un nuevo método para determinar la latitud, hasta entonces calculada por el método de Talcott. Fue tal el impacto de su innovación, que sus hallazgos fueron publicados en francés y se denominaron, a petición del propio científico, como “método mexicano”. Es más, el ministro de educación de Japón ordenó fuera inmediatamente traducido a su idioma, y “rogó” a Díaz que visitase y evaluase el observatorio astronómico de Tokio. Díaz, escribe Bulnes, aprovechó para calcular el diámetro de Venus y conocer las declinaciones entre aquel planeta y el sol.

Francisco Díaz Covarrubias
Fuente: Rotonda de las Personas Ilustres

Cabe mencionar que el científico mexicano tenía una amplía trayectoria: había sido ministro de Fomento en 1869 y colaborado con Gabino Barreda para diseñar el plan de estudios a enseñarse en las escuelas públicas de nivel medio superior, que incluía materias como: Matemáticas, uranografía [astronomía], física, química, geología, biología, geografía, historia, idiomas y literatura. Vislumbró el equivalente a los actuales posgrados mediante la educación que denominaba “trascendental”. Además, formaba parte de una familia de arraigada tradición liberal: su hermano José, poeta y médico, formó parte de los llamados “Mártires de Tacubaya” fusilados en 1859 por Márquez; su hermano Juan, fue ministro de Sebastián Lerdo de Tejada y su hermana Adelina, esposa del educador Gabino Barreda.

“Un niño ante una linterna mágica”

Invitados durante dos días seguidos a convites y brindis en honor a su hazaña, los científicos mexicanos reanudarían pronto su marcha rumbo a París, ciudad en la que Díaz publicó los resultados de la observación antes que cualquier otra de las comisiones. Para el cronista de la expedición, significó visitar muchísimos lugares más: barrios de yoshivaras (prostitutas) y luchas de zumo en Japón; templos budistas y casas de opio en China; una reunión nocturna en medio de la jungla en Singapur; atravesar el canal de Suez; visitar Yemen y Armenia; darse gusto en Nápoles, “ciudad de los contrastes”, Pompeya, Roma y finalmente París. Las palabras que sirven para titular esta cabeza intermedia pertenecen al Bulnes que, antes de ser protagonista del Porfiriato y crítico por antonomasia del juarismo, se deja llevar por la belleza del continente asiático.
El 20 de noviembre de 1875, los cinco miembros de la comisión fueron recibidos en la Escuela Nacional Preparatoria por un banquete en su honor. Ignacio Ramírez, El Nigromante, a la sazón profesor de literatura, fue el encargado del discurso oficial: “Gozad, señores, de vuestra conquista. Que las bandadas de cifras que revuelan en torno de vuestra frente incuben pronto sobre el altar de la patria, y se levanten a ese cielo donde las águilas se complacen en agitar sus alas poderosas.”
Julio Zárate, redactor de El Siglo Diez y Nueve, publicó el 1° de marzo de 1875:

Cábenos, pues, la satisfacción de haber mostrado á los otros pueblos, que injustos siempre nada nos han querido conceder, que México ha figurado dignamente, representado por su comisión astronómica, en este concurso á que se dio cita el mundo sabio. Debemos también enorgullecernos |...| De que México fue la única de todas las repúblicas hispano-americanas que envió sus comisionados científicos á la zona de observaciones.

Marco Arturo Moreno concluye que el éxito de la comisión derivó no sólo en el reconocimiento hacia la ciencia practicada en México, sino que sentó las bases para la formación del Observatorio Astronómico Nacional, inaugurado por Porfirio Díaz el 5 de mayo de 1878.
Tanto Francisco Díaz Covarrubias como Francisco Bulnes publicaron libros sobre su viaje, desafortunadamente ambos textos fueron olvidados en el transcurso de los años. Asombra el hecho de que la única reimpresión del libro de Bulnes, Sobre el hemisferio norte, tuviera que espera hasta el 2012 a pesar de que su prologuista, José Ricardo Chávez, lo ubica como la piedra angular de la literatura orientalista mexicana. Estamos hablando de 137 años en los que sólo unos cuántos y empolvados ejemplares estaban disponibles. El libro de Díaz (mucho más “pesado” dado su carácter científico), fue reeditado en 2008 por Hugo Diego, ediciones de Educación y Cultura.

Observatorio mexicano de Nogué-nu-yama, Yokohama.
Fuente: Moreno, Marco A., "Viaje de la comisión..."

Un dato para cerrar, en 1974, las autoridades japonesas redescubrieron el sitio en el que Díaz Covarrubias ordenó construir sus observatorios, dando a conocer fotografías de las ruinas en las que este episodio (uno de los más importantes en la historia de la astronomía mexicana) permanece.

Fuentes recomendadas:

  •  Bulnes, Francisco, Sobre el hemisferio norte once mil leguas: impresiones de viaje a Cuba, los Estados Unidos, el Japón, China, Cochinchina, Egipto y Europa, edición facsimilar, UNAM, México, 2012.
  • Chauvin, Michael, Between Captain Cook and Mauna Kea: The British 1874 Transit of Venus Expedition to Hawaii, Smithsonian Institution, Washington, D.C, 2004.
  • Moreno, Marco Arturo (coord.), “Viaje de la comisión mexicana a Japón para la observación del tránsito de venus de 1874”, Historia de la astronomía en México, Fondo de Cultura Económica, México, 2000.
  • S.a., Francisco Díaz Covarrubias (1833-1889): un astrónomo mexicano del siglo XIX, Instituto de Astronomía, UNAM, s.f.
  • Transitofvenus.org

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