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sábado, 19 de octubre de 2013

“De sombra y luz conjunto inexplicable”: Antonio Plaza, poeta de transición

Situado en los márgenes del México decimonónico, para unos decadentista y poeta maldito, para otros romántico y cursi, o como algunos más opinan: ninguna de las anteriores, el nombre de Antonio Plaza Llamas (1830-1882) ha permanecido durante más de un siglo como un constante eco al interior de la poesía mexicana.
Defendidos por numerosos literatos entre los que se encontramos a Juan de Dios Peza, Vicente Riva Palacio, Manuel Payno, José Luis Martínez, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Óscar de la Borbolla, los versos de este poeta han sufrido también los duros embates de prohombres de nuestras letras como Francisco Pimentel, Manuel Puga y Acal y Ramón López Velarde.
Estas líneas (un tanto subjetivas habrá que admitir) buscan que el lector se remita a la fuente primaria y emita su propio juicio. Lo indudable es que, es ante el pueblo y después ante la academia donde un poeta debe combatir. Así lo entendió el autor cuya vida y obra trataremos escuetamente.


Fuente: Riva Palacio, Vicente (coord.), El Parnaso Mexicano

jueves, 13 de junio de 2013

El que adivina el futuro invocando a los muertos

Pero yo, para hablar de Ramírez, necesito purificar mis labios, sacudir de mi sandalia el polvo de la musa callejera, y levantar mi espíritu a las alturas en que se conservan vivos los esplendores de Dios, los astros y los genios.
Guillermo Prieto

Muchos son los riesgos que se corren cuando se escribe acerca de alguien a quien se idolatra, el más grave es el alejar al lector del personaje buscando lo contrario, así pues trataré de ofrecer un esbozo general del hombre que en opinión de Octavio Paz* fue “la figura más saliente de ese grupo de hombres extraordinarios” pertenecientes a la generación de la Reforma. Sirva el artículo no sólo para rememorar la figura de Ignacio Ramírez, sino la de muchos otros de sus coetáneos, liberales y conservadores pero mexicanos todos ellos.