domingo, 17 de febrero de 2013

Todo Belascoarán

Mientras no cambiemos el país, pues contémoslo.
PIT II

Hace casi un año que, teniendo como perfecto marco una tarde de domingo en la FILPM, compré Todo Belascoarán (Planeta, 2010). Aquel día estaba programada la presentación editorial de El Álamo. Una historia no apta para Hollywood (Planeta, 2010) y decidí que sería una buena oportunidad para obtener el autógrafo de Taibo en el recién adquirido mamotreto que, dicho sea de paso, impresiona a más de uno cuando vas en el transporte público y sacas tamaño libro de 822 páginas frente a las 15 personas que comparten contigo el viaje de hora y media por la zona metropolitana y lo sobrellevan charlando, durmiendo junto o encima de ti, escuchando música, o en el mejor de los casos (parafraseando a Regreso a la misma ciudad), abriendo las páginas de un libro y metiéndose de lleno en las historias de otros ya que a veces las de uno no sirven para gran cosa.
Atreviéndome un poco a utilizar el término “reseña”, utilizaré las siguientes líneas para dar cuenta de algunos aspectos que llamaron mi atención en diversos sentidos a la hora de pasar los anteriores meses a leer la saga completa.



Lo primero que hay que tomar en cuenta a la hora de comprar la serie, porque en mi personal opinión creo es una lectura obligada para todo aquel que gusta del género negro en nuestro idioma, es que no es exagerado el título de “fundador del género neopolicíaco en América Latina” que aparece en la contraportada. El propio escritor comenta al respecto (Carlos Rojas, “Entrevista con PIT II”, El Universal, 28 de enero de 2009):

Estoy plenamente consciente de que soy el propietario de una tiendita, que se llama el neopolicíaco mexicano y trato de ser el propietario más gentil y más amable. Es una tiendita donde se fía a todo el mundo, la puerta está abierta y tenemos tiempo compartido. Pero también es muy evidente que he escrito 16 novelas policíacas en México, soy el 72% de la producción nacional del neopolicíaco. ¿Entonces? bueno, no pasa nada, es mi tiendita, pero hay lugar para mucha gente que está ahí y para mucha que va a llegar.


Respecto al género

El asesino nunca escapa al investigador; por amable que sea el culpable,
por justificado que parezca el crimen, la justicia nunca fracasa.
Marjorie Nicholson

Negro, no hay más. El lector encontrará sí aproximaciones al género policíaco pero en algún punto, como el propio prefijo neo indica, se rompe con los cánones de la novela policíaca. Ya no hablemos de la trama detectivesca en la que todo el misterio se ve resuelto por un perro que no ladró, una cerradura no forzada o un mayordomo malintencionado y rencoroso. Afortunadamente no encontramos eso en los distintos casos que Héctor Belascoarán Shayne, “de oficio detective |...| mexicano para su fortuna y desgracia, divorciado y sin hijos |...| con una maestría en Tiempos y Movimientos en universidad gringa y un curso de detective por correspondencia en academia mexicana”, resuelve a lo largo de las nueve novelas.
El lector que prefiera el famoso y juego limpio o puzzle del género policíaco sin duda se topará con una inevitable desilusión en gran parte de la saga, es decir, si gustan del sano juego entre autor y lector para descubrir el acertijo de quién, por qué, para qué y cómo, tal vez lo encuentre en  Días de combate o Cosa fácil de manera más evidente.


En Una máquina de leer: la novela policíaca (Fondo de Cultura Económica, 1986) Thomas Narcejac refiere la manera tanto de escribir como de leer el género, el puzzle consiste en retardar el misterio, escribir desde el final y obviamente adentrarse a la historia desde el comienzo. De esta manera y teniendo en cuenta las palabras que Narcejac nos ofrece al retomar a Poe (creador del género detectivesco), “los actos humanos obedecen a leyes del mismo modo que los fenómenos físicos, que por tanto son previsibles, que por tanto pueden deducirse y por tanto el misterio sólo es apariencia” (p. 23), podemos darnos cuenta de lo que no vamos a encontrar en la saga de Belascoarán. El modelo clásico establece que el lector puede ganarle al escritor si aprovecha aquel único error del antagonista y resuelve el misterio antes de la última página, o al contrario, si necesita llegar a la última página para encajar todos los cabos sueltos, o aparentemente sueltos, a la hora de releer la historia.
Si lo que se está buscando es el desenvolvimiento racional del misterio en el orden: “crimen-investigación y resolución”, se terminará desilusionado. De hecho, Taibo comenta, en la ya citada entrevista, que de la “estructura carcelaria” es de lo primero que hay que huir a la hora de escribir y leer el género. Si leemos bajo esta tónica la novela, además de estar haciéndolo de la manera equivocada, sentiremos demasiado fáciles los finales de, por ejemplo, Algunas nubes y No habrá final feliz, en los que Belascoarán termina...

(Continúa)

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