viernes, 7 de diciembre de 2012

Hablando de charrería (2da parte)

Ante la falta de apoyo mostrada por las autoridades, no queda más que interesarnos por nuestra propia cuenta en este deporte (y en todo de lo que de él emana), para conocerlo, revalorizarlo y aprobarlo o aborrecerlo, según sea el caso. Así que, si gustan y pueden, los invito a que se internen en un medio al que tenemos sojuzgado, y que subsiste gracias a la fuerza que tiene en los estados del interior de la república, donde sigue siendo parte vital de las poblaciones.
Un consejo útil y al que recurrí con fines investigativos, es el mezclarse entre las multitudes reunidas en los lienzos charros (ejemplo: Tezontepec, Hidalgo) con una buena porción de pulque de piñón en la mano (por aquello del apego etnográfico) y un taco de excelente barbacoa hidalguense en el estómago.


Fotografía tomada del sitio Charroup.

Espero también que tengan ocasión para visitar aquel viejo edificio colonial y así, darle una buena revisada al revolver Colt, calibre 45 de Francisco Villa; a la silla de montar y al retrato de Maximiliano de Habsburgo (quien increíblemente forma parte angular de la charrería moderna); a las sillas de montar pertenecientes a “Chente” Fernández y Gonzálo N. Santos (dueño de aquella frase: "la moral es un árbol que da moras o sirve para una chingada"; a la ya mencionada montura de Miguel Miramón; y a la sanguinaria, cruel y amenazante silla del llamado Tigre de Tacubaya, Leonardo Márquez, quien además de fusilar a casi cincuenta civiles que no formaban parte del ejército regular (entre ellos Juan Díaz Covarrubias y Manuel Mateos Lozada) también se despachó a Melchor Ocampo y Leandro Valle. Buena persona.

Silla de montar perteneciente a Maximiliano de Habsburgo.

Silla de Leonardo Márquez (1820-1913), apodado "El Tigre de Tacubaya".

Silla de montar y chaparreras de Francisco Villa.

Revolver Colt, también perteneciente al Centauro del Norte.

Otra forma de acercarse a este aspecto de nuestra cultura puede y debe ser la literatura, de manera que algunos textos que considero absolutamente recomendables son: El Zarco, de Ignacio Manuel Altamirano, Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, y, quizás más apegada al tema, Astucia: El jefe de los Hermanos de la Hoja o los charros contrabandistas de la Rama, de Luis Gonzaga Inclán.
Esta última novela narra las aventuras y los desaguisados que una banda de charros, integrada por: “Pepe el Diablo, Chepe Botas, Tacho Reniego, El tapatío, El Charro Acambareño y Astucia, su capitán”*. Además de estar inspirada en personajes reales como Lorenzo Cabello, protagonista de la obra y líder de los charros, refleja un México que debe rescatarse, colores, sabores y un sinfín de aspectos que actualmente han caído en desuso. Por ejemplo las frases y dichos coloquiales:

‘Si me chilla el cochino’; ‘Mire, ya tengo con que quererlo’ (mostrando un arma); ‘Me la llevo derechito para el curato’; ‘¡Tenga su comer, gorrión!’; ‘Lo juro y lo rejuro más que me lleven toditos los de a caballo’; ‘Dile a tu adorado tepalcate que hoy ha sido día de sustos para Clavellina y Juan de Amor’.

Portada de El Zarco, tomada de 

Por último, les dejo el link del sitio Decharros.com para que consulten la cartelera del mes de diciembre y vayan apartando días que coincidan con su tiempo libre y buena disposición. Así mismo recorran esta página pues contiene vídeos, reseñas históricas acerca del origen de las suertes charras, de personajes emblemáticos dentro de la disciplina y generalidades de las que toda persona interesada en el tema no puede prescindir, entre ellas las rimas de José María Parga Limón, locutor charro, y de quien tomé las frases que, resaltadas en negritas, engalanan a la primera parte de este artículo.


*Hay una discrepancia entre las fuentes ya que algunas mencionan que el decreto fue de Abelardo Rodríguez, el dato mencionado arriba fue tomado del sitio web de la FMCH.
*El libro de Ángel Pola, así como el de muchos otros autores, es completamente gratuito dado que lo edita el INEHRM (bueno, no es gratis, ya que, parafraseando a José Manuel Villalpando, son los impuestos de los contribuyentes quienes lo pagan) sólo hay que ir personalmente al instituto y solicitarlo. Vale la pena que le echen un ojo al catálogo de libros impresos y electrónicos. Y al instituto en general, ya que, así como ha tenido participaciones que a mí parecer son superfluas y megalómanas dentro de las conmemoraciones históricas, tiene también aspectos mucho muy rescatables, dentro de los cuales entran claro las conferencias, cursos y presentaciones editoriales que hacen de manera gratuita, así como los artículos que mediante su portal de Internet difunden.
*La cita corresponde a la introducción que José de Jesús Núñez y Domínguez escribió en 1945 para el volumen de la biblioteca del estudiante universitario titulado Astucia: a través de tres personajes de la novela, reeditado en 1994 y de muy fácil y económico acceso en la actualidad, al igual que obra completa, editada en numerosas ocasiones. Vale mucho la pena adentrase a esta obra y no tomen estas palabras como las de un docto en el tema, más bien son las opiniones de un reciente aficionado a temas que nos pertenecen a todos y de los que debemos conocer siempre un poco más.

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