Ante la falta de apoyo
mostrada por las autoridades, no queda más que interesarnos por nuestra propia
cuenta en este deporte (y en todo de lo que de él emana), para conocerlo,
revalorizarlo y aprobarlo o aborrecerlo, según sea el caso. Así que, si gustan
y pueden, los invito a que se internen en un medio al que tenemos sojuzgado, y
que subsiste gracias a la fuerza que tiene en los estados del interior de la
república, donde sigue siendo parte vital de las poblaciones.
Un consejo útil y al
que recurrí con fines investigativos, es el mezclarse entre las multitudes reunidas
en los lienzos charros (ejemplo: Tezontepec, Hidalgo) con una buena porción de
pulque de piñón en la mano (por aquello del apego etnográfico) y un taco de excelente
barbacoa hidalguense en el estómago.
Fotografía tomada del sitio Charroup.
Espero también que
tengan ocasión para visitar aquel viejo edificio colonial y así, darle una
buena revisada al revolver Colt, calibre 45 de Francisco Villa; a la silla de
montar y al retrato de Maximiliano de Habsburgo (quien increíblemente forma parte angular de la charrería moderna); a las sillas de montar pertenecientes a
“Chente” Fernández y Gonzálo N. Santos (dueño de aquella frase: "la moral es un árbol que da moras o sirve para una chingada"; a la ya mencionada montura de Miguel
Miramón; y a la sanguinaria, cruel y amenazante silla del llamado Tigre de Tacubaya,
Leonardo Márquez, quien además de fusilar a casi cincuenta civiles que no formaban parte del ejército regular (entre ellos Juan Díaz Covarrubias y Manuel Mateos Lozada) también se despachó a Melchor Ocampo y Leandro Valle. Buena persona.
Silla de montar perteneciente a Maximiliano de Habsburgo.
Silla de Leonardo Márquez (1820-1913), apodado "El Tigre de Tacubaya".
Silla de montar y chaparreras de Francisco Villa.
Revolver Colt, también perteneciente al Centauro del Norte.
Otra forma de acercarse
a este aspecto de nuestra cultura puede y debe ser la literatura, de manera que
algunos textos que considero absolutamente recomendables son: El Zarco, de Ignacio Manuel Altamirano, Los bandidos de Río Frío, de Manuel
Payno, y, quizás más apegada al tema, Astucia:
El jefe de los Hermanos de la Hoja o los charros contrabandistas de la Rama,
de Luis Gonzaga Inclán.
Esta última novela
narra las aventuras y los desaguisados que una banda de charros, integrada por:
“Pepe el Diablo, Chepe Botas, Tacho Reniego, El tapatío, El Charro Acambareño y Astucia, su capitán”*. Además de estar
inspirada en personajes reales como Lorenzo Cabello, protagonista de la obra y
líder de los charros, refleja un México que debe rescatarse, colores, sabores y
un sinfín de aspectos que actualmente han caído en desuso. Por ejemplo las
frases y dichos coloquiales:
‘Si me chilla el
cochino’; ‘Mire, ya tengo con que quererlo’ (mostrando un arma); ‘Me la llevo
derechito para el curato’; ‘¡Tenga su comer, gorrión!’; ‘Lo juro y lo rejuro
más que me lleven toditos los de a caballo’; ‘Dile a tu adorado tepalcate que
hoy ha sido día de sustos para Clavellina y Juan de Amor’.
Portada de El Zarco, tomada de
Por último, les dejo el
link del sitio Decharros.com para que consulten la cartelera del mes de
diciembre y vayan apartando días que coincidan con su tiempo libre y buena
disposición. Así mismo recorran esta página pues contiene vídeos, reseñas
históricas acerca del origen de las suertes charras, de personajes emblemáticos
dentro de la disciplina y generalidades de las que toda persona interesada en
el tema no puede prescindir, entre ellas las rimas de José María Parga Limón,
locutor charro, y de quien tomé las frases que, resaltadas en negritas, engalanan a la primera parte de este artículo.
*Hay una discrepancia
entre las fuentes ya que algunas mencionan que el decreto fue de Abelardo
Rodríguez, el dato mencionado arriba fue tomado del sitio web de la FMCH.
*El libro de Ángel
Pola, así como el de muchos otros autores, es completamente gratuito dado que
lo edita el INEHRM (bueno, no es gratis, ya que, parafraseando a José Manuel
Villalpando, son los impuestos de los contribuyentes quienes lo pagan) sólo hay
que ir personalmente al instituto y solicitarlo. Vale la pena que le echen un
ojo al catálogo de libros impresos y electrónicos. Y al instituto en general,
ya que, así como ha tenido participaciones que a mí parecer son superfluas y
megalómanas dentro de las conmemoraciones históricas, tiene también aspectos
mucho muy rescatables, dentro de los cuales entran claro las conferencias,
cursos y presentaciones editoriales que hacen de manera gratuita, así como los
artículos que mediante su portal de Internet difunden.
*La cita corresponde a
la introducción que José de Jesús Núñez y Domínguez escribió en 1945 para el
volumen de la biblioteca del estudiante universitario titulado Astucia: a través de tres personajes de la
novela, reeditado en 1994 y de muy fácil y económico acceso en la actualidad,
al igual que obra completa, editada en numerosas ocasiones. Vale mucho la pena
adentrase a esta obra y no tomen estas palabras como las de un docto en el
tema, más bien son las opiniones de un reciente aficionado a temas que nos
pertenecen a todos y de los que debemos conocer siempre un poco más.
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