Además del agradecimiento tácito al profesor Ignacio Romero, esta entrevista, y un sinnúmero de aspectos más, no hubieran sido posibles sin el aprendizaje que obtuve de personas como mi amigo y compañero Yair López (entrevistado líneas abajo durante un día de pinta escolar suyo), el profesor Raúl, el profesor Gamaliel, la profesora Elsa y por último pero no por eso menos importantes, los profesores Marcos García y Sonia Suárez, a todos ellos gracias.
Amor y entrega
Son las dos
palabras con las que se define a si mismo tanto profesional como personalmente hablando,
pues se declara como alguien que ama su trabajo y que no vive de, sino que vive
para las artes marciales; explica que su estilo de vida no es para enriquecerse
económicamente, sino para mejorar internamente, lo económico es irremediablemente
un factor pero lo considera como algo complementario. “Es lo que pretendo y lo
que me ha dado muchas satisfacciones”, señala.
En el aspecto personal, el profesor es un hombre casado y con tres hijos,
los cuales también practican las artes marciales, “mi hija mayor es cinturón
negro segundo dan y mis otros dos hijos son cintas negras también”. A lo largo
de los años ha encontrado el punto de fusión de lo familiar con lo profesional
al involucrar esa entrega a cada aspecto de su cotidianidad.
Detiene por un breve momento el diálogo para enseñar una técnica de
defensa personal denominada “candado al cuello” a dos alumnas cinturones blanco,
señala los movimientos primeramente en sombra y después con compañero,
simulando un ataque, una vez terminada la explicación indica el numero de
repeticiones del ejercicio en cuestión y continua con la conversación.
Hace mención de lo que hasta el momento ha sido su mayo reto y dice: “el
mayor reto ha sido conmigo mismo, el seguirme preparando día con día y sobretodo
el seguir preparando alumnos, tengo la fortuna de tener discípulos que
actualmente son grandes maestros dentro del ámbito marcial, no solamente en el
Karate sino también de Judo, de Aikijutsu, defensa personal y de manejo de
armas ya que ostento varios grados en disciplinas.”
El enriquecimiento personal y la preparación de
los estudiantes es lo que considera como más gratificante y más demandante
respectivamente. Ya que su objetivo siempre ha sido el continuar preparándose,
entregado a su disciplina mediante las clases y los conocimientos que tiene el
gusto y agrado de transmitir.
Opinión
que coincide con las de aquellos que lo han tratado como profesor, quienes lo
ven como una persona responsable y muy estricta en todos los aspectos de la práctica
y aun más en las competencias. En lo personal, Yair López Castellón, quien
fuera su alumno de Karate Lama Sam durante ocho años lo considera como alguien
agradable, alegre y que siempre está animando a sus alumnos sin importar las
condiciones; apunta además que la más valiosa lección que ha aprendido del
profesor Ignacio es el ser alguien responsable en todos los aspectos de la vida
y en el siempre estar practicando un deporte.
Yair López (cinturón azul) sufriendo los embates de quien esto escribe (guiño)
Yair recuerda que en una ocasión se encontraba en un torneo al cual
solamente iba preparado para competencia, pero que el profesor Ignacio insistió
en que practicaran las formas conocidas como Katas por lo cual pagó de su propia bolsa la cuota requerida para él
pudiese participar en dicha competencia y presentar finalmente la técnica barrida de la cobra. A pesar de que no
iba preparado para dicha competencia, Yair se alzó con el tercer lugar, y
posteriormente, en el combate, obtuvo la primera posición, “desquitándose”,
afirma.
Ignacio Romero (segundo de izquierda a derecha) junto a colegas profesores y alumnos
(Concluye)
Hola, quiero felicitar al maestro ya que fui uno de sus alumnos, le envio un fuerte abrazo. atte: Jorge Marquez.
ResponderEliminarMuchas gracias, yo igual fui alumno del Profesor Ignacio. A ver si en estos días voy a saludarlo y extiendo su felicitación. En definitiva hacen falta mentores como él.
EliminarQue bueno que gustó este post. Saludos.