sábado, 2 de marzo de 2013

Todo Belascoarán (3ra parte)


Lecciones en la oscuridad


No hay mayor engaño que creer que una auténtica originalidad es mera cuestión de impulso o de inspiración. Originar consiste en combinar cuidadosa, paciente y comprensivamente.
Edgar Poe

Hay miles de maneras de leer Todo Belascoarán, como a cualquier otro texto, buscamos o encontramos siempre en él diferentes elementos, pero quisiera referirme a la construcción de los personajes y, en consecuencia, del desenvolvimiento de las historias contadas. Vuelvo a repetir, no soy ningún experto y simplemente manifiesto lo que más llamó mi atención a la hora de leer la saga, teniendo además el antecedente de la construcción policíaca que me he tomado de Thomas Narcejac y H. R. F. Keating, por ejemplo.



Y parece que no pude elegir mejor momento para escribir esta reseña, al tiempo que lo hago Taibo se encontraba hablando acerca de sus tres películas favoritas en Es la hora de opinar, sólo haré alusión a los comentarios referentes a la creación de Héctor Belascoarán Shayne, porque sinceramente la charla (no creo merezca el calificativo de entrevista) dejó mucho que desear por parte de los conductores del programa, que ignoraban entre muchos otros aspectos el hecho de que Cosa fácil, Días de combate, Algunas nubes y Amorosos fantasmas, de entre las novelas de Belascoarán, fueron adaptadas a la pantalla grande, cuando el programa televisivo aborda ese tema esencialmente. Hay una palabra para eso y se llama: absurdo. La otra es desviar una charla sobre cine a una charla sobre política en la que tu invitado es, no únicamente opuesto a ideología y a línea del programa, sino mejor polemista que tú. La palabra en este caso se llama: estupidez. En fin, no cometamos el mismo error y centrémonos en Todo Belascoarán (El programa referido fue transmitido el 27 de enero, tómese en cuenta para las referencias anteriores y sucesivas).

El detective

Dice Narcejac que “la novela policíaca vive; pone en escena a personajes movidos por pasiones, sometidos a pruebas, dominados por el destino. Sólo que, a diferencia de otras novelas, se sabe todo de ellos” (p. 239). Las reglas que el autor francés (en realidad llamado Pierre Ayraud) retoma de S. S. Van Dine (Willard Huntington Wright) para escribir novela negra se entrecruzan, rompen o siguen en el personaje central de Taibo II.
Por ejemplo, la primera regla es que “el lector y el detective deben tener las mismas posibilidades de resolver el problema” (p. 98). Ya vimos que, dado el género, la regla no es seguida completamente en la serie, sin embargo, como ya se mencionó, se hace en la primera novela: Días de combate, en donde sí es posible adelantar la conclusión del misterio, a excepción del verdadero nombre de Cerevro.
La regla número 3 de Van Dine establece que no debe haber intrigas amorosas en la novela policíaca, cabe mencionar que uno de los rasgos más característicos en los aproximadamente 10 años que trascurren de Días de combate a Adiós Madrid, la relación que Héctor mantiene con la chica de la cola de caballo es una navaja de doble filo que a veces estabiliza o destruye al detective, así mismo, un resquicio de amor juvenil y preparatoriano es lo que tal vez orilla a que nuestro protagonista decida alejarse de una ciudad que no acaba de hacer suya para ir a en busca de su excompañera, Natalia Ramírez (personaje entrañable para mí tanto por su personalidad, como por su apellido, el cual no sé si es tomado del autor decimonónico que cita en la página 649, a quien admiro). El componente amoroso también es piedra angular de Amorosos fantasmas, como si título bien lo indica.
 Ahora, tanto Keating como Narcejac reclaman que el protagonista debe pertenecer a la policía, Taibo, por el contrario, lo aleja de ella, comprensible dada la realidad social en la que Belascoarán vive y de hecho sufre los embates de precisamente el órgano encargado de hacer el trabajo del detective independiente. Pero a todo esto, ¿quién es Héctor Belascoarán Shayne? En el mencionado programa de televisión que recién vi, el propio escritor me facilitó la respuesta:

Sí, tengo el televisor de John Bonachon, ¿y qué pedo?

Héctor Belascoarán Shayne es un desarraigado, no pertenece ni termina de acoplarse a la realidad en la que le toca desenvolverse, es decir: no es mexicano, hijo de guerrillero vasco y cantante irlandesa; practica un oficio por todos tomado a broma, irreal en nuestro país: detective independiente, oficio al cual se dedica luego de una cómoda vida como esposo e ingeniero, a la cual renuncia, de hecho, en Sueños de frontera encontramos un diálogo muy ad hoc, mandado a hacer para cuando Natalia y Héctor se reencuentran al borde de una alberca, propiedad del Hotel La Enramada, en Ensenada:

-Qué absurdo, alguien me dijo que eras detective privado. Me pareció tan idiota que no se lo creí.

-No tienes idea, es un oficio apasionante. Cuando encuentras a alguien te dan un tortibono de la Conasupo, un vale, food stamps... A mí también me parece bastante idiota a veces.

Los amores de Héctor van y vienen, la chica de la cola de caballo es un fantasma que le deja cierta dosis de responsabilidad cuando se ausenta por largos periodos, entiéndase responsabilidad en la forma de un pato y dos conejos, repartidos entre las novelas.


Un último aspecto que me gustaría mencionar es que el autor ofrece una de las características esenciales que sugiere Keating a la hora de crear una novela policíaca: la de complementar al detective en ciertos aspectos con los personajes secundarios. En Todo Belascoarán vemos esta característica en los compañeros de despacho de Héctor:

Gilberto Gómez Letras, un plomero que en más de una ocasión se encarga de psicoanalizar al detective mediante frases tan suyas como: “Para triunfar no se necesita tener el pito grande, pero por ejemplo, hace falta tener buena ropa” (p.423).

Carlos Vargas, de oficio tapicero, quien acompaña con ritmos salseros los soliloquios en los que el detective reordena constantemente todos y cada uno de los factores involucrados en cada caso, mencionar que también incide en la resolución de los mismos. “Frase afortunada: Lo importante no es mear, sino sacar mucha espuma” (p. 427).

Finalmente tenemos a Javier “El Gallo” Villareal, quien en mi opinión pertenece al gremio más heroico y, sin embargo, menos reconocido de nuestra y de todas las ciudades del mundo: el de los ingenieros expertos en drenajes profundos (una ovación para los buzos, también). De quien además retomo: “Usted nunca pensó que la diferencia entre el medievo y la ciudad capitalista consiste básicamente en la red cloacal |...| Usted es de los que cagan y se olvidan de la caca” (p. 171).

El capítulo 6 de No habrá final feliz ejemplifica el consejo que Keating ofrece a todo aquel que pretenda escribir en este género (Escribir novela negra, Paidós, 2003, p. 36):

Escribir un pequeño ensayo sobre cada uno de nuestros personajes principales, diciendo lo máximo que podamos sobre sus vidas y caracteres. Mucho de lo que inventemos no aparecerá en la versión final del libro (a menos de que sea relevante y necesario para la historia) pero hacer esto nos ayudará a otorgar consistencia y credibilidad a nuestra obra.

(Concluye)

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