Lecciones en la oscuridad
No hay mayor engaño que creer
que una auténtica originalidad es mera cuestión de impulso o de inspiración.
Originar consiste en combinar cuidadosa, paciente y comprensivamente.
Edgar Poe
Hay miles de
maneras de leer Todo Belascoarán,
como a cualquier otro texto, buscamos o encontramos siempre en él diferentes
elementos, pero quisiera referirme a la construcción de los personajes y, en
consecuencia, del desenvolvimiento de las historias contadas. Vuelvo a repetir,
no soy ningún experto y simplemente manifiesto lo que más llamó mi atención a
la hora de leer la saga, teniendo además el antecedente de la construcción
policíaca que me he tomado de Thomas Narcejac y H. R. F. Keating, por ejemplo.
Y
parece que no pude elegir mejor momento para escribir esta reseña, al tiempo
que lo hago Taibo se encontraba hablando acerca de sus tres películas favoritas
en Es la hora de opinar, sólo haré alusión a los comentarios referentes a la
creación de Héctor Belascoarán Shayne, porque sinceramente la charla (no creo
merezca el calificativo de entrevista) dejó mucho que desear por parte de los
conductores del programa, que ignoraban entre muchos otros aspectos el hecho de
que Cosa fácil, Días de combate, Algunas
nubes y Amorosos fantasmas, de
entre las novelas de Belascoarán, fueron adaptadas a la pantalla grande, cuando
el programa televisivo aborda ese tema esencialmente. Hay una palabra para eso
y se llama: absurdo. La otra es desviar una charla sobre cine a una charla
sobre política en la que tu invitado es, no únicamente opuesto a ideología y a
línea del programa, sino mejor polemista que tú. La palabra en este caso se
llama: estupidez. En fin, no cometamos el mismo error y centrémonos en Todo Belascoarán (El programa referido
fue transmitido el 27 de enero, tómese en cuenta para las referencias
anteriores y sucesivas).
El detective
Dice Narcejac
que “la novela policíaca vive; pone en escena a personajes movidos por
pasiones, sometidos a pruebas, dominados por el destino. Sólo que, a diferencia
de otras novelas, se sabe todo de ellos” (p. 239). Las reglas que el autor
francés (en realidad llamado Pierre Ayraud) retoma de S. S. Van Dine (Willard
Huntington Wright) para escribir novela negra se entrecruzan, rompen o siguen
en el personaje central de Taibo II.
Por
ejemplo, la primera regla es que “el lector y el detective deben tener las
mismas posibilidades de resolver el problema” (p. 98). Ya vimos que, dado el
género, la regla no es seguida completamente en la serie, sin embargo, como ya
se mencionó, se hace en la primera novela: Días
de combate, en donde sí es posible adelantar la conclusión del misterio, a
excepción del verdadero nombre de Cerevro.
La
regla número 3 de Van Dine establece que no debe haber intrigas amorosas en la
novela policíaca, cabe mencionar que uno de los rasgos más característicos en
los aproximadamente 10 años que trascurren de Días de combate a Adiós
Madrid, la relación que Héctor mantiene con la chica de la cola de caballo
es una navaja de doble filo que a veces estabiliza o destruye al detective, así
mismo, un resquicio de amor juvenil y preparatoriano es lo que tal vez orilla a
que nuestro protagonista decida alejarse de una ciudad que no acaba de hacer
suya para ir a en busca de su excompañera, Natalia Ramírez (personaje
entrañable para mí tanto por su personalidad, como por su apellido, el cual no
sé si es tomado del autor decimonónico que cita en la página 649, a quien
admiro). El componente amoroso también es piedra angular de Amorosos fantasmas, como si título bien
lo indica.
Ahora, tanto Keating como Narcejac reclaman
que el protagonista debe pertenecer a la policía, Taibo, por el contrario, lo
aleja de ella, comprensible dada la realidad social en la que Belascoarán vive
y de hecho sufre los embates de precisamente el órgano encargado de hacer el
trabajo del detective independiente. Pero a todo esto, ¿quién es Héctor
Belascoarán Shayne? En el mencionado programa de televisión que recién vi, el
propio escritor me facilitó la respuesta:
Sí, tengo el televisor de John Bonachon, ¿y qué pedo?
Héctor
Belascoarán Shayne es un desarraigado, no pertenece ni termina de acoplarse a
la realidad en la que le toca desenvolverse, es decir: no es mexicano, hijo de
guerrillero vasco y cantante irlandesa; practica un oficio por todos tomado a
broma, irreal en nuestro país: detective independiente, oficio al cual se
dedica luego de una cómoda vida como esposo e ingeniero, a la cual renuncia, de
hecho, en Sueños de frontera
encontramos un diálogo muy ad hoc,
mandado a hacer para cuando Natalia y Héctor se reencuentran al borde de una
alberca, propiedad del Hotel La Enramada, en Ensenada:
-Qué absurdo, alguien me dijo que
eras detective privado. Me pareció tan idiota que no se lo creí.
-No tienes idea, es un oficio
apasionante. Cuando encuentras a alguien te dan un tortibono de la Conasupo, un
vale, food stamps... A mí también me
parece bastante idiota a veces.
Los
amores de Héctor van y vienen, la chica de la cola de caballo es un fantasma
que le deja cierta dosis de responsabilidad cuando se ausenta por largos
periodos, entiéndase responsabilidad en la forma de un pato y dos conejos,
repartidos entre las novelas.
Un
último aspecto que me gustaría mencionar es que el autor ofrece una de las
características esenciales que sugiere Keating a la hora de crear una novela
policíaca: la de complementar al detective en ciertos aspectos con los
personajes secundarios. En Todo
Belascoarán vemos esta característica en los compañeros de despacho de
Héctor:
Gilberto
Gómez Letras, un plomero que en más de una ocasión se encarga de psicoanalizar
al detective mediante frases tan suyas como: “Para triunfar no se necesita
tener el pito grande, pero por ejemplo, hace falta tener buena ropa” (p.423).
Carlos
Vargas, de oficio tapicero, quien acompaña con ritmos salseros los soliloquios
en los que el detective reordena constantemente todos y cada uno de los
factores involucrados en cada caso, mencionar que también incide en la
resolución de los mismos. “Frase afortunada: Lo importante no es mear, sino
sacar mucha espuma” (p. 427).
Finalmente
tenemos a Javier “El Gallo” Villareal, quien en mi opinión pertenece al gremio
más heroico y, sin embargo, menos reconocido de nuestra y de todas las ciudades
del mundo: el de los ingenieros expertos en drenajes profundos (una ovación
para los buzos, también). De quien además retomo: “Usted nunca pensó que la
diferencia entre el medievo y la ciudad capitalista consiste básicamente en la
red cloacal |...| Usted es de los que cagan y se olvidan de la caca” (p. 171).
El
capítulo 6 de No habrá final feliz
ejemplifica el consejo que Keating ofrece a todo aquel que pretenda escribir en
este género (Escribir novela negra,
Paidós, 2003, p. 36):
Escribir un pequeño ensayo sobre
cada uno de nuestros personajes principales, diciendo lo máximo que podamos
sobre sus vidas y caracteres. Mucho de lo que inventemos no aparecerá en la
versión final del libro (a menos de que sea relevante y necesario para la
historia) pero hacer esto nos ayudará a otorgar consistencia y credibilidad a
nuestra obra.
(Concluye)
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