Fabel le acarició suavemente una mejilla con la mano
enguantada. Un gesto estúpido; un gesto probablemente inapropiado |...| Ella lo
miró con sus grandes ojos. Ojos celestes que no parpadeaban.
Cuento de muerte (Brother Grimm)
La cita que
titula esta colaboración la tomé del artículo “Por sus novelas (policíacas) los
conoceréis”, publicado el pasado 6 de noviembre en La Jornada y escrito por el polaco Maciek Wisniewski. De sus
palabras, con las que concuerdo totalmente, retomo algunas cuantas ideas y las
ejemplifico.
Lo
que pretendo también es invitar a la incursión en el género negro, no en el
relato morboso y desteñido de quien utiliza a la peor de las actividades
humanas, el crimen, como excusa para escribir, sino a la literatura que se encierra
el orificio de una bala en la pared, o, como en el epígrafe, en la belleza de
unos ojos que, encontrados en una playa desolada de Hamburgo, nunca volverán a
cerrarse.
Tomada del sitio CraigRussell.com
En
el mencionado artículo, Wisniewski cuestiona la relación y los motivos
(sociológicos, políticos, culturales, etc.) que guarda el hecho de que el boom de la actual novela policíaca se
presente en los países de primer mundo con mayor nivel de vida, de seguridad y
los cuales gozan de los sistemas judiciales y penales más efectivos del globo.
Una estadística brutal es esta: mientras que en Guatemala, y Latinoamérica en
general, el 98% de los crímenes quedan impunes, en Alemania, casi el mismo
porcentaje (94%) representa las resoluciones judiciales de homicidios y otros
delitos.
Interesantes
cifras se reflejan en interesantes tramas y personajes, por ejemplo, hay
diferencias abismales entre los detectives que protagonizan las novelas policíacas en el primer mundo y quienes lo hacen en países como el nuestro.
Mientras que Jan Fabel (protagonista de la saga escrita por Craig Russell,
ubicada ya en Hamburgo ya en Colonia, Alemania) trabaja siempre con un equipo
selecto de colaboradores de confianza, Gil Baleares, el ex judicial que resuelve
secuestros en Ley garrote con el
objetivo de comprarse un lujoso y reluciente Tsuru plateado, trabaja solo. A
veces mal acompañado. No confía en la ley ni en otros policías: corruptos hijos
de puta que buscan refugiarse a sus espaldas para, en el momento justo, sacarlo
de la jugada y atrapar ellos a los culpables.
Un
caso similar es el de Filiberto García, ex revolucionario y hombre que va de
matón y golpeador a detective (obedeciendo de las exigencias del patrón) quien
protagoniza la magistral obra del diplomático y guionista mexicano Rafael
Bernal; El complot mongol nos ofrece
la visión que García tiene de si mismo y de su mundo:
¡Pinche experiencia! Y ¡pinches
leyes! De mucho licenciado para acá y licenciado para allá |...| No, para hacer
esto se necesita tener título. Antes se necesitaban huevos y ora se necesita
título |...| Lo que va de muerto a muerto, de cadáver a pinche muerto. Y a mí
me tienen nomás para hacer pinches muertos. Eso soy yo, fabricante en serie de
pinches muertos.
El
neopolicíaco es un género que explora la totalidad de rostros posibles en una
determinada sociedad a partir del acto más primitivo de la naturaleza humana,
describe y da vida, con cada lectura, al contexto y a la realidad que
determinada ciudad experimenta. Así tenemos al DF siendo el escenario para las
correrías de Héctor Belascoarán Shayne, ingeniado por Paco Ignacio Taibo II, o
del ya aludido autor Joaquín Guerrero Casasola, quien explora dos mundos en una
misma urbe: los edificios de interés social en donde habita Gil Baleares y su
padre con alzheimer en Ley garrote,
así como las galerías de arte y cenas en El Ajusco, en donde Karina Shultz,
protagonista de La sicaria de Polanco,
se desenvuelve de una manera seductora y única. Mención
aparte es la de Elmer Mendoza y la incorporación que en sus novelas hace de
temas tan delicados para nuestra realidad como lo es el narcotráfico.
Por
último y asumiendo que después de leer esto correrán a comprar alguna novela
negra para entretenerse y analizar estas y muchísimas otras aristas contenidas
en el género, algunas consideraciones útiles que les servirán para saber que sí
es y que no es:
Hay que
diferenciar a la novela negra de los géneros con los que usualmente se le
confunde: el thriller y la trama
detectivesca, ¿cómo? Es fácil, el primero pretende mantener la atención del
lector con sucesos poco verosímiles y jugarretas, sí, son muy entretenidos pero
no suponen un reto ni un “juego limpio”. Retoma Thomas Narcejac (alias del
francés Pierre Ayraud) en Una maquina de
leer: la novela policiaca, de S.S. Van Dine (seudónimo del estadounidense
Willard H. Wright): “El lector y el detective deben tener las mismas
posibilidades de resolver el problema |...| El culpable debe encontrase
mediante una serie de deducciones y no por accidente, por azar ni por confesión
espontánea.”
Lo cual elimina
del panorama a los escritores del tipo John Katzenbach o Ian Fleming (se cuece
aparte a este último). Se es un buen lector de novela negra cuando se descubre
al (a los) culpable (s) antes de llegar a la última página. Si no sucede así,
no queda más que continuar ejercitándose.
Las novelas
detectivescas tampoco califican como neopolicíaco, es decir: Agatha Christie,
Arthur Conan Doyle y el mismo creador del género: Edgar Allan Poe, cumplen sí
con el “juego limpio” pero no con los otros mandamientos. Cualquiera que haya
leído Los asesinatos de la calle Morgue
o las novelas en las que Miss Marple llega a la conclusión de que fue el
mayordomo quien envenenó a su patrón con una triple dosis de Broncolín, sabrá a
lo que Narcejac se refiere: “El culpable debe ser siempre una persona que haya
desempeñado un papel más o menos importante, alguien a quien el lector conozca
y le interese”.
Con este texto como introducción a la temática policíaca en literatura, dedicaré las siguientes entradas a compartir algunas reflexiones en torno a Todo Belascoarán, de Taibo II. Una vez reiterado el aviso, dejo el link al artículo de La Jornada por si alguien desea recurrir a él y ahorrarse la búsqueda en Internet. Saludos.
Pues hoy tuve la ¡DesPEÑAda de mi vida!: saber la diferencia entre novela policiaca, thriller y la trama detectivesca. Y la verdad es que sí tengo HARTAS ganas de salir corriendo por el libro de Craig Russell pero tres cosas me lo impiden: mi bolsillo enjuto, que no está la saga completa en México y que no he terminado a Todo Belascoarán de PIT II.
ResponderEliminarTe manda saludos un sujeto de materia gris. ¡Hasta el próximo artículo! ;)